Marcelino

Cuando cundía el desánimo y no encontrábamos la estrella le mirábamos y sabíamos que él era nuestro faro.
Su luz nunca se apagaba, ni siquiera jamás tembló o parpadeó. Hoy tampoco.
Sigue inagotable, más allá del tiempo, iluminando los perfiles de la lucha.

Leo y releo a los líderes que nos sacarán del abismo ideológico y no hay manera, por más que lo intento no encuentro nada. NADA.
Apenas una trajecito lleno de lentejuelas irisadas, de teorías del buen hacer, de activismo, de ese que traerá el cambio…sin organización. Así es el líder verde de hoy, con él es suficiente. Con él basta. Eso sí es alternativa. Moderna. O más bien postmoderna.
Nos cuenta: El problema son unos presupuestos con falta de perspectiva ambiental, el problema es la falta de recursos económicos para paliar el cambio climático, el problema es la fusión del ministerio de medio ambiente con el de agricultura, el problema es la ministra…
¡¡No señor!! El problema es el capitalismo.
Sí, sí como lo oye CA-PI-TA-LIS-MO. Y despierte ya, Zapatero no es nuestro amigo y tampoco es de izquierdas.
Por eso si en España se margina al medio ambiente es porque a este señor le importa un comino todo lo que no sea velar por los intereses de la banca. Le importa un comino el drama del paro, las pensiones, la feminización de la pobreza y por supuesto el medio ambiente. Aunque a lo mejor no hablamos de lo mismo.
Yo desde luego no me conformo, claro que quiero que se pongan más placas solares, pero quiero que los y las trabajadores que las pongan participen del control de la empresa y trabajen con dignidad. Y también quiero una planificación democrática de la energía, que se produzca en función de las necesidades de la sociedad y no del mercado, que en su lógica acumulativa siempre pedirá más y más hasta el punto de apagar el sol. Y que haya un cambio en el modelo productivo, que redistribuya, con control público y sobre una base sustentable.
Desde luego el ecologismo del que hablo en lugar de tener en cuenta las inquietudes cosméticas que parecen atormentar a algunos partidos verdes, tan responsables y con tanto diseño, tiene en cuenta la contradicción capital naturaleza. Porque me imagino que los iluminados del nuevo advenimiento verde sabrán que de nada sirve plantear en un sistema cuya lógica es la acumulación sin límites nada que sea mínimamente sostenible. Es una incompatibilidad estructural. No hay espacio para la ecología en el capitalismo. Salvo que nos conformemos con que en los presupuestos generales del estado, la partida para cambio climático sea mayor. O que las subvenciones a las energías alternativas crezcan, o que se hagan decretos que no penalicen las instalaciones de paneles solares. Eso como mucho es ecologismo liberal, ese que tiñe de verde el nuevo nicho de mercado.
Frente a tanta mediocridad ideológica hay que volver a Sacristán.

Y este fin de semana al encuentro de ecología.