Repasando esta mañana la prensa dominical del mes de agosto me he topado con la carta de una señora haciendo referencia a un artículo escrito semanas antes por Javier Marías, en el que hace un interesante análisis sobre del rol de las mujeres en la publicidad. Más allá de los tópicos sexistas de toda la vida, Marías se centra en señalar que somos nosotras las protagonistas publicitarias de todo aquello que tiene que ver con hemorroides, dentaduras postizas, pieles descolgadas, pieles de naranja, acné, herpes, sobrepeso, callos en los pies, problemas de tránsito intestinal…
Esta tarde en el telediario una interesante noticia, la jornada laboral en España supera en un punto y medio la jornada laboral europea, sin embargo la productividad es inferior debido entre otras cosas a la jornada partida. La noticia ha mostrado como empresas con horario continuo, como Iberdrola, han aumentado considerablemente los beneficios, al tiempo que tienen empleados y empleadas más felices. Para ilustrar esta situación salen dos señoras, a la sazón jefas de algún departamento de esta empresa, para contar ante las cámaras lo buena que es esta jornada que les permite recoger a los niños en la escuela a una y cuidar al padre dependiente a la otra.
La tele nos muestra como somos, capaces de ser jefas (en escalafones intermedios por supuesto), siempre y cuando no desatendamos nuestras “otras” tareas, para las que si queremos estar preparadas debemos ser bellas y tener un amplio arsenal de productos que la publicidad nos vende. Debemos ser virtuosas. Y nada de locuras feministas, ¿acaso no estamos contentas con esta vida de trabajadoramadreesposaamadecasaamante que tenemos? (acaso no es eso igualdad?
La señora de la carta se disculpa y admite que ella no es feminista. Eso es lo otro que nos enseña la tele y la prensa. Las feministas son locas con calcetines a rallas y gato que siempre están enfadadas.