discusiones

Hay que reconocer que la sutileza no es una de nuestras virtudes. Sin embargo aunque no haya sutileza, hay quien tiene una cierta habilidad para conducir los debates a lugares que nos hacen perder nuestro tiempo y nuestro esfuerzo.

Estamos sumidos en una paranoia colectiva para determinar quien es más unitario o quien hace la síntesis más exacta.
Nuestra organización arrastra una cultura política que en los últimos años ha perseguido la discrepancia. La ha considerado traición, antagonismo, ruptura. Homogeneicemos el discurso, parezcamos políticamente correctos, aparezcamos como un todo cohesionado.
Sin embargo, hay dos razones positivas y que llevan a la unidad. Pero definitivamente pasan por la confrontación dialéctica, por el debate. Una, que el interés personal de quien lidera debe ser abolido en beneficio de la organización. No se puede consentir que los dirigentes dicten reglas que no están dispuestos a cumplir en aras de cuestiones alejadas de la transformación de la sociedad. Debemos tener una organización ejemplar, cuyas cabezas visibles estén lejos de despertar suspicacias.
Dos, debemos hablar de cuestiones políticas que pueden ser incómodas para muchos sectores de la sociedad. Ser capaces de abrir debates que pueden ser dolorosos, pero que sin duda son necesarios.
Definirse anticapitalista no es suficiente, debemos además dar respuestas concretas. No basta decir redistribuir, debemos proponer cómo, cuando, por qué.
Cuando nos pregunten ¿cómo llego a fin de mes? ¿Qué diremos?
Debemos explicar que nacionalizando bancos y empresas se consigue que los beneficios sean para todos. Pero debemos decir también que los trabajadores y trabajadoras deben ser los garantes de que ese patrimonio público lo siga siendo. Exigir que la parcela de poder que tiene cada ciudadano se amplíe en detrimento del libre mercado. Aumentar el poder popular.
Puede parecer imposible, pero al día siguiente nos levantaríamos y tomaríamos café y entonces habría cambiado la certeza de que el destino de la humanidad lo controla la humanidad y no la mano invisible.
Sólo hace falta valentía y debate entre nosotros para acordar el camino... y mucha, mucha alegría.

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